Siempre se ha dicho que el dinero hace girar el mundo, pero la experiencia nos dice una y otra vez que la rumorología sabe darle un buen empujón de vez en cuando, sobre todo cuando hay connotaciones apocalípticas de por medio. Kodak lo ha sufrido de primera mano en las últimas horas con una bajada de más del 60% en la Bolsa de Nueva York al especularse que la casa podría caer en quiebra próximamente. Las alarmas saltaron después de que The Wall Street Journal publicara en su edición digital que la compañía había contratado los servicios de Jones Day -un bufete de abogados especializado en procesos de reestructuración-, sugiriendo que era una muestra más de los esfuerzos de la firma por mantenerse a flote y, por supuesto, desatando el pánico entre los inversores.
Ante semejante panorama, los directivos de Kodak no tardaron en salir al paso de los rumores asegurando que no tienen intención alguna de declararse en bancarrota y que aún siguen buscando el modo de monetizar su portafolio de patentes. La centenaria empresa no ofreció en el comunicado una explicación de las razones que la han llevado a contratar a Jones Day, más allá de decir que "no es tan raro que una compañía en pleno proceso de transformación explore todas sus opciones".
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