1. Las leyendas eslovacas embellecen la realidad.

El pozo del castillo de Trenčín fue excavado por el rey musulmán Omar, quien llegó al castillo para rescatar a su amada Fátima. Omar ofreció al rey oro y tierras a cambio de la chica, pero lo único que se le pidió a cambio fue que excavara un pozo y encontrara agua. Omar excavó pacientemente durante cuatro años y, cuando llegó a los 80 metros de profundidad, encontró agua. La realidad es mucho más prosaica: el pozo fue excavado por los soldados del castillo y, a pesar de su profundidad, nunca encontraron ni una gota.



2. Los eslovacos están orgullosos de su historia (para bien y para mal).

En una de las calles de la plaza Hurbanovo hay un tímido recuerdo de la primera bruja que fue quemada en Bratislava. Se comenta que la joven fue acusada de brujería por una amiga celosa. La chica, cansada de todas las torturas a la que la sometieron, aceptó todas las acusaciones y, finalmente, fue condenada a la hoguera. La creación de esa placa conmemorativa fue bastante polémica porque algunos historiadores no aceptaron que Bratislava reconociera esa parte de su historia. Sin embargo el pueblo opina lo contrario y, para no olvidar esa parte escabrosa de su historia, cada año se disfrazan de brujas y organizan una procesión.

3. Eslovaquia es una fuente de energía positiva.

La columna coronada por la Virgen María que se encuentra en la plaza principal de Banská Bystrica está situada en un punto geotérmico clave. Dicen que si te colocas justo en el punto donde la Virgen está mirando, te llenas de energía positiva.

4. En Eslovaquia los italianos son famosos por sus fiestas.

El castillo de Bratislava -que en realidad no es un castillo sino una fortaleza- desempeñó bastante bien su función de proteger la ciudad hasta que llegaron los italianos. Los turcos no pudieron derribarlo, pero sí los arquitectos italianos que llegaron a la ciudad para ayudar en las tareas de remodelación del castillo (un claro ejemplo de ironía o broma del destino). Los hechos fueron los siguientes: Los italianos decidieron tomarse un descanso y organizar una pequeña fiesta dentro de la fortaleza. Esa fiesta acabó convirtiéndose en un festival de comida, alcohol y finalmente fuego. El incendio provocó daños graves en la estructura principal del castillo y buena parte de él se derribo, pero como los italianos además de gente alegre son gente educada, no solo recogieron las sobras de la fiesta, sino que se comprometieron a reconstruir el castillo.

5. En Bratislava se ríen de Napoleón.

Si te fijas bien, en la torre del reloj de la plaza Hlavné de Bratislava hay incrustada una bala de cañón del ejército de Napoleón. A los eslovacos les gusta decir que quien ríe último ríe mejor, y es que aunque Napoleón atacó Bratislava durante tres días y llenó sus paredes de balas de cañón, Bratislava ha sobrevivido al paso del tiempo, cosa que no han conseguido ni Napoleón ni su imperio. Para reírse mejor, la ciudad le ha dedicado al general francés una simpática estatua en la plaza Hlavné.

6. La ciudad de Trenčín está orgullosa de la sensibilidad artística de sus soldados. 

El batallón 71, además de luchar en la Primera Guerra Mundial, fue el responsable de la primera proyección cinematográfica en Trenčín. Además, la mayoría de los pertenecientes a este batallón eran artesanos que siguieron desarrollando esa actividad durante la guerra: Decoraban los restos de los cañones con elaborados relieves y los convertían en bonitos jarrones decorativos.

7. El comienzo del fin de la primavera de Praga sucedió en la capital Eslovaca.

A pesar de las buenas relaciones con la República Checa, algunos eslovacos no aceptan que la famosa Primavera de Praga lleve el nombre de la capital checa; sobretodo cuando la imagen que dio la vuelta al mundo se tomó en realidad en Bratislava. Fue allí donde, en 1968, el fotógrafo Ladislav Bielik retrató a un joven eslovaco enfrentándose a los tanques soviéticos que llegaron a Bratislava para poner fin a las breves “vacaciones” de libertad que se estaba tomando Checoslovaquia.


8. Bratislava fue la oveja negra de Checoslovaquia.

Los rusos preferían Praga a Bratislava, por eso no tuvieron ni el menor escrúpulo en maltratar el patrimonio de esta última y construir carreteras y moles de color gris donde antes hubo bonitos edificios históricos.

9. Si los rusos no hubieran tocado nada…

… quizás ahora disfrutaríamos de la belleza melancólica de una ciudad que inspiró a Hans Christian Andersen a escribir la triste historia de La vendedora de cerillas.

10. En Bratislava viven los pitufos.

Se los puede encontrar dentro de la iglesia azul. Su nombre no tiene otro misterio que el de describir una curiosa iglesia pintada de azul cerca del centro histórico de Bratislava. Tanto la fachada como el interior están pintados de ese color y los viajeros, cuando la ven por primera vez, reaccionan de tres maneras: “¿Esto es Disneylandia?”, “¿Se puede comer?”, “¡Aquí viven los pitufos!”.


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