Dos tercios de los hombres y una cuarta parte de las mujeres del estudio se proporcionaron descargas eléctricas para mitigar la espera

En la primera etapa de los estudios se realizó a estudiantes, se les ponía en habitaciones vacías con la indicación de solo pensar, sin dormirse, por periodos entre 6 y 15 minutos. En promedio manifestaron no disfrutar la experiencia, además de encontrar difícil poder concentrarse. Los psicólogos quisieron descartar que fuera la habitación la que produjera esta falta de concentración y llevaron a los estudiantes a habitaciones en sus hogares para obtener similares resultados.
Luego trataron con personas que no fueran estudiantes y ocurrió lo mismo. Las resultados son muy interesantes cuando llegaron a la etapa de los estudios en que dan a elegir entre no hacer “nada” o proporcionarse una pequeña descarga eléctrica. ¿Los resultados? Dos tercios de los hombres presionaron el botón y una cuarta parte de las mujeres. Incluso un hombre se proporcionó la descarga 190 veces.
La tendencia radica en una necesidad imperante de estar haciendo algo
Timoteo Wilson encargado del estudio, comentó que estos resultados son por el contrario de lo que se puede pensar, un reflejo de la vida moderna con dispositivos móviles y redes sociales, sino a una necesidad imperante de estar haciendo algo, sí, incluso autoadministrarse descargas eléctricas.
Es difícil imaginar cuántos de nosotros nos daríamos una descarga solo para pasar el rato, los sujetos del estudio lo probaron antes de entrar a la habitación a ponerse a pensar y dijeron que aunque les pagaran con ello no usarían las descargas, aún así algunos lo hicieron. Sin duda un gran ejemplo de las muchas cosas que fungen como descargas en la vida diaria para evitar ese terreno de los pensamientos o esa avidez de estar haciendo algo, lo que sea. Me gustaría saber si personas comunes que acostumbran a meditar arrojarían los mismos resultados.
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