La noticia en el mediodía del día 6 de julio era una tela de enormes dimensiones, situada frente a la fachada del Ayuntamiento de Pamplona. Colores y líneas dibujaban la bandera de Euskadi. El chupinazo sanferminero se retrasaba y las filias y fobias políticas se desataban, como de costumbre, en la ciudad (ahora también en la red). Unos se insultan a otros y todos demuestran apagar la razón para expresarse con las vísceras. Allá ellos. Aborrezco las patrias. A todo patriota le une su ceguera.
TEXTO Y FOTOS: CARLOS PÉREZ CRUZ

A la misma hora en que todo ese guirigay patrio-testosterónico se exacerbaba, una joven daba signos de un más que presumible coma etílico. Dos policías municipales trataban de tumbarla en el suelo del zaguán de la Casa Consistorial. Ella, ojos en blanco, no oponía resistencia, y una vez lograron depositarla, se alejaron dando por cumplido su trabajo. No hacía falta titulación médica para sospechar que aquello era algo más que una simple borrachera, que la muchacha requería atención sanitaria. Se lo hice saber a uno de los policías quien, sin contestar, se alejó de mí como para evitarse un problema. Busqué a alguna autoridad política para hacer constar esa dejación y la presumible urgencia del caso, pero debían de estar arrojándose banderas por algún salón. Tuve que irme para cumplir con mi obligación como músico de banda. A la vuelta, unos 40 minutos después, la Cruz Roja por fin la estaba atendiendo. Ella parecía no responder. Espero que se encuentre bien.

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Horas o días después, a lo sucedido con la ikurriña le han ido quitando protagonismo (más en la red, que en los medios tradicionales) otras imágenes tomadas en la plaza del Ayuntamiento durante la espera del inicio oficial de las fiestas. Fotografías de mujeres que, sin que a nadie le conste deseo expreso, eran sobadas por hordas de hormonas masculinas desbocadas -mostraban especial obsesión por sus pechos-, y desnudadas a base de desgajar la tela de sus ropas. A esas instantáneas se les ha sumado en la red la recuperación de un video del chupinazo de 2010 en que una reportera de TVE era morreada por un imbécil mientras la periodista tenía que soportar que desde el estudio de Madrid le dijeran que no provocara (¡!). No demonizaré la espontánea reacción desde Madrid (voz masculina, por cierto). No deja de ser muestra fidedigna de cómo nuestros mecanismos reactivos delatan de qué estamos hechos. Ese algo habrá hecho con el que se bromea tras una violación o el es que van provocando tan común entre hombres (y algunas mujeres). Comentarios hechos a la ligera que trivializan la gravedad del acoso a la mujer y que son gracietas que, desde luego, no disuaden al mentecato de turno. “Si ella se pone, atente a las consecuencias”, decía un paleto en un video en la web de ‘El País’ que encuestaba sobre el trato a la mujer durante el chupinazo. Una chica añadía: “yo creo que son costumbres de aquí y que cada región tiene su costumbre”. Añádase, por lo tanto, otra costumbre más a la lista de costumbrismos vejatorios festivos de la región navarra: el acoso sexual.

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Pamplona, ciudad sin ley. Es una expresión muy común entre los nativos durante las fiestas. También lo es decir que los forasteros son quienes se desmandan. Lavado de manos de quienes tantas piedras tiran. Los visitantes tendrán su culpa, pero si vinieron aquí fue porque se les vendió que en Pamplona, durante nueve días, uno puede hacer directamente lo que le venga en gana. Es así porque sólo un ejército, en el ejercicio de un golpe de Estado, podría poner orden en tantos frentes. Y, sobre todo, porque del libre albedrío siempre parece escoger el primitivismo más salvaje. Que en un parking al aire libre y en pleno centro de la ciudad se lean enormes carteles de “Prohibido hacer sus necesidades orgánicas” (multa de 200€), da una pista del grado de (in)civismo en el que nos movemos. Si tal normativa se pusiera en práctica en la ciudad, Pamplona resolvería sus problemas de liquidez (vaya, un juego de palabras) durante décadas. Pero no es así. Si hay alguna multa, es pura anécdota. Los trabajadores de los servicios de limpieza (mis héroes) saben que lo que arrastran son miles de euros en multas. Pero las toneladas de mierda que cada día se procuran retirar forman parte de la “normalidad”. Palabra ésta que es trending topic en el balance que cada año hace el gobierno de la ciudad sobre las fiestas (que, no lo duden, tendrá en el incidente de la ikurriña, su mayor inconveniente de este año).

Ver artículo completo, Fuente: elasombrario.com

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