Ya no te veré más 
durmiendo a gracia suelta: 
no volviste jamás 
de tu amorosa vuelta. 

Con una gata blanca, 
mira qué mala suerte: 
la gata era la blanca 
de la Señora Muerte. 

La leche está servida, 
Está listo el pescado; 
tu silla preferida 
en vano te ha esperado. 

Tu paso era ligero, 
tus modales corteses, 
y fuiste tan sincero 
que me ignoraste a veces. 

Me hablabas tú muy suave, 
yo nunca te entendía; 
mas fue una falta grave 
tu enorme melodía. 

Llegó hasta el universo, 
ira y amor a una, 
el eco en el reverso 
siniestro de la luna. 

Y un encolerizado 
te enmudeció en el frío: 
no más a nuestro lado 
duermes, amigo mío. 

Tu cuerpo es hoy la sombra, 
las nubes son tus manchas, 
y sólo ahora te nombra 
el silencio a sus anchas. 

La leche está servida, 
está listo el pescado; 
tu silla preferida 
ya se ha desesperado. 

Eliseo Diego

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