Si no tienes un don innato para el delito, lo mejor que puedes hacer es no sobrepasar los lĂmites de la Ley. Esa lecciĂ³n la acaba de aprender, de forma traumĂ¡tica, Austin Lee Westfall Presler, un joven estadounidense que dejĂ³ claro que en Ă©l no habita el espĂritu de Arsenio Lupin.
Fuente: blogs.20minutos.es
El muchacho asaltĂ³ de madrugada un supermercado de Carolina del Sur EEUU para obtener un jugoso botĂn de -enumero- unas cervezas, tabaco, un par de bocadillos, latas de bebida energĂ©tica y el producto que le delatĂ³, varias bolsas de Cheetos. El valor total de lo sustraĂdo fue de unos 130 euros. Eso sĂ, los destrozos ocasionados en el local para saciar su voracidad ascienden a unos 2.200 euros, segĂºn el gerente de la tienda, Howard Buckholz. SOBREcogido me hallo.
Si resulta ridĂcula la cuantĂa del robo, mĂ¡s aĂºn lo es la manera en que lo ‘cazaron’. En su desesperada huĂda, Presler rompiĂ³ varias bolsas de Cheetos y, al estilo de Hansel y Gretel pero de forma involuntaria, dejĂ³ un reguero de moronas desde el lugar del crimen hasta la casa de un amigo en la que estaba alojado esos dĂas.
Imagino el SOBREsalto de su colega cuando la PolicĂa llamĂ³ a la puerta a las tres de la mañana. La conversaciĂ³n entre los agentes del orden y el sujeto debiĂ³ ser algo parecido a:
- Buenas noches, nos han llamado de un supermercado para denunciar el robo de unas cervezas y unos aperitivos, ¿tiene usted algo que ver?
- Buenas noches, agente. No sĂ© nada, espere, que pregunto a mi amigo Austin, a ver si Ă©l vio algo…
Y asĂ, hasta que Austin se derrumbase y confesara su fechorĂa y preguntara cĂ³mo demonios le habĂan pillado, si habĂa perpetrado el crimen perfecto. “Una bolsa de Cheetos, amigo“, le dirĂa el policĂa con voz de Constantino Romero.
El muchacho dejĂ³ claro que no es un ladrĂ³n de guante blanco. Y menos mal que le delataron unos Cheetos, que si llegan a ser Risketos seguro que le pillan con las manos y la boca teñidas de naranja. Moraleja: no robĂ©is, que os van a pillar. Y, SOBRE todo, tened cuidado con los Cheetos, que los carga el diablo.
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