Fuente: ecetia.com

Hoy te traemos una de esas curiosas noticias que sólo el mundillo gamer podría imaginar. Un aficionado a Civilization II, lleva jugando a la misma partida durante una larga década, diez largos años de desarrollo de civilizaciones en un mundo pixelado. Sin embargo, la incredulidad de su hazaña no oculta la curiosidad de hasta dónde es capaz de llevar su partida y cómo es el mundo que ha creado en ese futuro virtual.
Según nos describe el propio autor, el mundo ha alcanzado el año 3991 d.C. pero todo lo que conocíamos de él hace tiempo que ha sido arrasado por un nocivo futuro de guerra eterna y destrucción sin límite. Durante los primeros miles de años, la partida sucedió según la costumbre en este tipo de juegos, las diferentes civilizaciones fueron desarrollándose hasta alcanzar los límites de conocimiento y expansión del territorio, muchas de ellas cayeron presa de otras más poderosas, pero en la actualidad sólo existen tres naciones (celtas, americanos y vikingos) en un enfrentamiento sin fin. Porque después de haber conseguido todos los límites de la creación humana, la IA que rige las otras civilizaciones del juego sólo les queda una premisa principal, aumentar terreno a toda costa y con todos los medios posibles.
Durante una guerra que lleva en activo más de 1700 años, el mundo se ha transformado, los polos se han derretido hasta tres veces, todos los terrenos bajos han sido inundados por las crecidas y el poco terreno que queda en las montañas está altamente contaminado a causa de la radiación. La población enferma y diezmada en pequeñas ciudades no consigue sobrevivir por la falta de alimento y los continuos atentados nucleares perpetrados por espías enemigos. Mientras tanto, el resto de la civilización se centra en la guerra, todos los ingenieros derrochan sus vidas en reparar las carreteras para el transporte de tropas al frente de batalla, donde un ejército pierde innumerables unidades constantemente, que se reemplazan al instante por otras fabricadas a partir de unos recursos ideados para reducir el hambre.
Un futuro de guerra y destrucción, bloqueado en un empate eterno. Sin embargo, el autor tiene una poderosa ambición, conseguir poner fin a su partida y poder recuperar lo posible del mundo infecto que queda al descubierto y para ello, pide ayuda a cualquier voluntario para intentar desenlazar esta misión, poniendo a disposición la partida guardada para todos los valientes conquistadores.
Resultan asombrosas las inesperadas sorpresas que nos puede brindar un videojuego, una asombrosa historia que sólo conocemos debido al sacrificio del autor durante 10 largos años. Porque si nos planteamos la situación ¿Os imagináis jugar a un mismo juego durante todo ese tiempo? Años de píxeles y música desquiciante de un juego de hace más de 15 años, que seguro que le habrá ocasionado algún trastorno a largo plazo.
Y tú ¿Estarías dispuestos a superar su proeza? ¿O prefieres seguir teniendo una vida social sana?
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