Fuente: Recuerdos de Pandora

El pasado fin de semana en Noruega tenía lugar uno de los más terribles atentados perpetrados en el viejo continente. Un único hombre, llevado por sus convicciones y creencias extremistas, voló por los aires un edificio del distrito gubernamental de Oslo. A continuación, armado hasta los dientes, se desplazó a la isla de Utøya donde abrió fuego contra un campamento de jóvenes laboristas (lo que en España denominaríamos socialdemócratas).

El balance final fue de un total de 76 víctimas, todas ellas muertas por un extremismo religioso que muchos creen que es únicamente intrínseco en el Islam. Pero la realidad es que el terrorismo en manos de extremistas cristianos no es ninguna novedad, y es algo que ha existido incluso antes que en Europa tuviéramos consciencia de lo que es una yihad.


El primer caso histórico de terrorismo cristiano lo encontramos a comienzos del siglo XVII en Inglaterra. Tras la reforma la reforma protestante, y su imparable avance hacia el poder en Inglaterra, un pequeño grupo de hombres de la resistencia católica se organizó con Guy Fawkes (el hombre tras la máscara de Anonymous) como cabeza visible, para intentar volar por los aires el parlamento inglés.

Afortunadamente el intento de estos pioneros terroristas no fue fructífero, pero eso no hizo que sus ideales quedasen enterrados. Las fricciones existentes entre las distintas ramas del cristianismo fueron aumentando en todo el mundo, tornándose de forma distinta en cada lugar, pero con un denominador común. Ceguera a causa del fanatismo y tolerancia cero con todos aquellos que profesasen otra confesión o ideales distintos.

Quizá la agrupación terrorista cristiana más tristemente emblemática fue el Ku Klux Klan. Sus comienzos tras la Guerra de Secesión Norteamericana no auguraban la violencia y el terrorismo que más tarde perpetraron, sino que simplemente pretendía ser un selecto club de escoceses con intereses comunes. Pero fueron esos intereses comunes y la extrema defensa del protestantismo lo que les llevaron poco a poco radicalizarse.


A medida que la liberación de los esclavos fue progresando en el sur de los Estados Unidos, sus acciones fueron convirtiéndose en algo más común, contra negros y católicos fundamentalmente. En sus marchas nocturnas solían utilizar sábanas para simular la presencia de fantasmas y así aterrorizar a todos los grupos sociales a los que perseguían.

Sus acciones se continuaron durante varios años, pero la dificultosa situación de los Estados Unidos tras su particular guerra civil permitió que el Ku Klux Klan campara a sus anchas por todo el territorio. Sus acciones fueron condenadas desde tres años después de que la banda terrorista se formase, pero la formación no fue ilegalizada formalmente hasta 17 años después, en 1882. Aunque más tarde tuvo varias refundaciones que han permitido que aún en nuestros días existan varias organizaciones simpatizantes con el grupo originario, juntando varios miles de personas en Estados Unidos de forma legal.

Bien es cierto que el criterio terrorista del Ku Klux Klan no fue exclusivamente religioso, cosa que sí que sucedió en el caso de la Army of God (la Armada de Dios). Este grupo terrorista cristiano comenzó sus acciones en 1982, y se centró contra todos aquellos que violaban de forma directa la ley de su dios, centrándose especialmente en las clínicas abortistas y sus empleados.


Volviendo a la vieja Europa, no podemos olvidarnos de los continuos conflictos en Irlanda del Norte y los enfrentamientos entre Católicos y Protestantes. Si bien el I.R.A. siempre se mantuvo al margen de las religiones, estableciendo su lucha como algo meramente territorial, otros grupos sí que centraron sus objetivos en el tema católico, como fue el caso de los Orange Volunteers a finales de la década de los 90, cuando hicieron un ataque sincronizado contra 11 iglesias católicas. Más allá, podemos encontrar casos similares y recurrentes en la India, y de forma más esporádicas en la Europa continental y África.

Con esto no quiero demonizar a los cristianos en favor de los islamistas. La religión y sus enfrentamientos ya han demostrado ser uno de los grandes problemas de la sociedad a lo largo de la historia, existiendo ejemplos continuos desde la supremacía del Imperio Romano hasta nuestras fechas. En los últimos siglos las grandes cruzadas han quedado olvidadas, pero los últimos bastiones siguen luchando con uñas y dientes al modo del siglo XXI, el terrorismo.


Toda religión tiene sus fanáticos, y todo fanático está dispuesto a todo con tal de imponer su forma de pensar. Y tenemos que intentar tener una cosa clara: Por mucho que detestemos las religiones y la existencia de determinadas creencias, no podemos tomar la parte por el todo. Ni Osama Bin Laden representaba al Islam ni Anders Behring Breivik representa al Cristianismo. Aunque tampoco tenemos que olvidar que en ambos casos fueron sus creencias las que les convirtieron en lo que fueron.

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