Fuente: bitelia.comPor JJ Velasco

Que Twitter es una red social donde podemos encontrar gran cantidad de información y en la que existe mucha gente interesante a la que seguir, creo que es una apreciación que no sorprende a nadie. Es curiosa la evolución que han ido siguiendo los usuarios de esta red social y de cómo ha calado en entornos empresariales, medios de comunicación e instituciones y gobiernos, convirtiéndose en un canal oficial de comunicación más de las empresas. Sin embargo, esta evolución tan rápida ha generado algunas situaciones a las empresas que pretenden regular ahora e intentan trazar una línea que separe un perfil de Twitter profesional de uno personal.

¿Perfiles profesionales y perfiles personales? ¿Hace falta distinguir y tener uno para cada cosa? La respuesta a estas preguntas no es nada sencilla, sin embargo, podemos intentar arrojar algo de luz a todo esto. Primero debemos empezar por respondernos a una pregunta, ¿para qué sirve una cuenta de Twitter? No existe una respuesta única para esta pregunta porque Twitter es un vehículo con el que podemos estar en contacto con nuestros amigos, seguir a líderes de opinión, obtener información relevante sobre nuestras aficiones o nuestras capacidades profesionales, estar informados, etc. Twitter es un universo de realidades y, por tanto, los perfiles y la temática de éstos son tan variados como los usos que podemos darle a esta red social.

No obstante, existen perfiles especializados (empresas, proyectos, gobiernos o medios) cuyos mensajes se centran en una temática concreta, algo que también empieza a extenderse a perfiles personales que se especializan en temáticas concretas que pesan más que los tweets personales. Sin embargo, existe un punto intermedio que algunos medios están intentando regular y que, llevados al extremo, puede ocasionar algún dolor de cabeza al responsable de comunicación de alguna empresa.

Cuando alguien trabaja en una empresa, o en un proyecto concreto, llega un momento en el que sus miembros se alinean con la causa y se identifican con ésta. Esta identificación, trasladada al mundo de las redes sociales, implica que estas personas escriban tweets sobre la temática de sus proyectos, intentando hacer promoción de éstos o de sus empresas, algo que es de agradecer pero que no debería confundirse con convertirse en el portavoz oficial. Esta delgada línea que separa el sentir personal del de la empresa es un equilibrio que se debe mantener porque, llevada al extremo, alguien podría meter la pata y desdecir a la cuenta oficial de nuestra empresa o dar más información de la cuenta (afectando negativamente a la estrategia de la compañía).

¿Con ésto a dónde quiero llegar? Salvo que seamos portavoces de una organización, creo que no deberíamos de ejercer de portavoces en Twitter. Una cosa es que estemos alineados con una causa y queramos aportar nuestro granito de arena a la promoción, creo que es algo bastante loable, sin embargo, no podemos intentar ser más que el perfil oficial de nuestro proyecto o nuestra empresa, ni intentar arrebatar el papel de referente porque podríamos llegar a la incómoda situación de que cualquier cosa que decimos pueda confundirse con la postura oficial de nuestra empresa. Muy triste fue el fulminante despido de Nacho Vigalondo del diario El País y en donde se llevó al extremo que lo que decimos en una cuenta de Twitter personal es de la competencia de la empresa para la que trabajamos y en donde se confundió una broma personal con una opinión profesional; un despido fulminante que instauró una auto-censura en los profesionales de la información.

De hecho, algunos medios de comunicación, como la BBC, han lanzado guías que fijen las “reglas de uso” de Twitter si se es trabajador de estos medios. El redactor jefe del diario francés Le Nouvel Observateur envió un correo electrónico a los trabajadores de su redacción:

No criticar el periódico ni a su dirección ni sus servicios. […] Prestad atención a los tweets con bromas, incluso aunque estén escritos en segunda o tercera persona, puede ser que os lea gente que no entienda vuestro sentido del humor y los saque de contexto

La BBC lo deja mucho más claro en su guía y, la verdad, parece tener cierta lógica. Los empleados de la BBC pueden expresarse libremente y hablar de su trabajo en las redes sociales siempre que quede claro que expresan opiniones personales y, además, ni los nombres de sus cuentas ni la información de su perfil pueden indicar que trabajan en el medio. Sin embargo, si el nombre de la cuenta o la información del perfil indican que se trabaja en la BBC, entonces no se podrán cuestionar ni comentar aspectos relacionados con la empresa o su política.

Parece un aspecto a regular más en un contrato laboral que en una guía pero, según la política de la BBC, si alguien usa que trabaja en el medio, por ejemplo, para acreditar cierta solvencia en sus opiniones (no es lo mismo decir periodista que decir periodista de la BBC), entonces debe abstenerse de emitir opiniones que afecten a la empresa (para prevenirse de filtraciones o de que alguien asocie sus opiniones como la postura oficial del medio). ¿Entonces la cuenta es personal o pertenece al medio? Pues a la BBC la jugada le salió bastante mal porque una de sus periodistas fichó por otro medio y se llevó consigo sus 60.000 seguidores.

¿Y entonces, dónde está la frontera? Twitter es libertad y, como tal, la cuenta nos pertenece para expresarnos libremente, eso sí, si utilizamos el nombre de nuestro medio o nuestra empresa para darnos notoriedad, entonces, deberíamos usar el sentido común y no poner a nuestra empresa en un aprieto ni intentar proclamarnos portavoz de algo que no somos, es decir, debería quedar claro que hablamos nosotros y no nuestra empresa. Volviendo al caso de Nacho Vigalondo, alguien que expresa una broma desde su cuenta personal y que, antes de entrar a trabajar en El País, ya era una persona con bastante notoriedad, no debería haber sido despedido por su empleador.

¿Qué opinas tú? ¿Existe una línea que no debemos cruzar o podemos decir lo que queramos (sin faltar a nadie)?

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